El primer tercio perteneciente a Jesús Nazareno, sus cofrades van vestidos con hábito de lana negro, botonadura, capuz, capa y cíngulo morado como corresponde a las vestiduras de un obispo, pues este tercio fue creado en honor del obispo Quiroga Losada, guantes y calcetines blancos y zapatos negros con hebillas de acero Un cofrade en cabeza de este tercio, porta un bello estandarte de tela con apliques de metal esmaltado en colores, con el escudo del Obispo Quiroga Losada. Obra del artista ferrolano D. Guillermo Barroso.

El trono de Jesús Nazareno es sin duda, el más andaluz de la Semana Santa Ferrolana. Está revestido completamente en pan de oro y con un tallado excepcional, obra del artista local D. Guillermo Feal por encargo de la cofradía en mil novecientos cincuenta y tres. La madera fue traída expresamente desde Guinea. En mil novecientos noventa y cuatro fue restaurado por D. Castor Lata, profesor de Bellas Artes de la Universidad de Santiago. Lleva como motivos ornamentales seis ángeles en actitud orante de una altura de setenta y cinco centímetros. Rematan esta obra mot ivos de la pasión en sus cartelas y el escudo de la cofradía y la Santa Faz en sus partes delantera y posterior, respectivamente, cuatro candelabros de diez lámparas cada uno, que iluminan a Jesús Nazareno o Jesús de Medinaceli como se le llama también en Ferrol por su parecido con la imagen de esta advocación que se venera en Madrid.
Las medidas de este trono son de cuatro metros y veinte centímetros de largo por dos metros y treinta y tres centímetros de ancho. La talla de Jesús Nazareno es entera, en principio se le rendía culto como Ecce-Homo. Viste, en la procesión, túnica morada con bordados de oro, confeccionada en Madrid en el año de mil novecientos cincuenta y tres por encargo de la cofradía. Camina maniatado por un cíngulo de cordón de oro rematado por unas borlas del mismo metal. Luce corona de espinas en bronce y pelo natural. Es una de las imágenes de más belleza y que más fervor despierta en la ciudad, pues durante su novena, el Santuario se hace pequeño ante las riadas de gente que lo visitan.